Carta de San Michele all’Adige

Nota. La abeja de la miel no es un animal domesticado sino silvestre. Es necesario proteger las razas autóctonas de abejas melíferas. ApiGranca reproduce en español los primeros párrafos de este documento así como los últimos. Para su completa lectura se debe acudir al original en inglés. San Michele all’Adige es una localidad y comune italiana de la provincia de Trento, región de Trentino-Alto Adigio. 

Llamamiento a la protección de la biodiversidad de la abeja melífera autóctona subespecies de Apis mellifera en Italia (Declaración de San Michele all’Adige).

El siguiente documento es la versión internacional de la «Declaración de San Michele all’Adige», redactada y firmada por representantes de instituciones de investigación autorizadas y por figuras clave de la apicultura y el medio ambiente. El objetivo principal de este documento es concienciar a las administraciones públicas de la urgencia de conceder una protección adecuada a las subespecies autóctonas de la abeja melífera occidental (Apis mellifera L.).

A. mellifera es una especie utilizada por el hombre para la apicultura desde hace miles de años. Desde la prehistoria, las colonias silvestres han sido depredadas para recolectar miel, cría y cera (Crane, 1999). Esto sigue ocurriendo hoy en día con todas las especies del género Apis, pero también con otras Apoidea apiformes (Michener, 2000) en las zonas tropicales. En cualquier caso, las características bioetológicas de la abeja melífera permitieron el desarrollo de la apicultura. Existen numerosos testimonios iconográficos y documentales sobre esta noble actividad humana, basados en hallazgos arqueológicos que se remontan al menos a hace 4.500 años. Por ejemplo, entre las numerosas decoraciones halladas en el templo egipcio de Shesepibre, construido por Nyuserre Ini en torno al año 2.500 a.C., se encuentra la representación más antigua de un complejo y avanzado sistema de gestión de las abejas melíferas y la miel, lo que demuestra sin lugar a dudas que el desarrollo de las técnicas apícolas comenzó mucho antes (Gritsky, 2015). De hecho, es muy probable que la apicultura de la abeja melífera se desarrollara hace unos 10-12.000 años en el Creciente Fértil, durante la época en que se estableció la agricultura y la cría y domesticación de animales (Bloch et al., 2010; Mazar et al., 2008). La apicultura ha experimentado un extraordinario desarrollo y difusión a lo largo de miles de años, dando lugar a un amplio abanico de soluciones técnicas, en gran medida conservadas aún hoy en diferentes zonas de la cuenca mediterránea y Oriente Próximo (Hatjina et al., 2018). La abeja melífera y otras especies de Apoidea eusociales que viven en sociedades complejas y permanentes (como algunas abejas tropicales de los géneros Trigona y Melipona) también han inspirado una serie de símbolos, creencias y mitos, por lo que desempeñan un papel importante en la evolución espiritual, cultural y política de la sociedad humana a nivel mundial.

A pesar de esta larga relación entre abejas y humanos, podemos afirmar con certeza que este extraordinario animal nunca ha sido domesticado.

De hecho, se entiende por domesticación el proceso por el cual una especie animal o vegetal se convierte en domesticada, es decir, dependiente de la coexistencia con el hombre y de su control de la alimentación y la reproducción. Plinio el Viejo (Gaius Plinius Secundus, 23-79 d.C.) ya había expresado su opinión de que las abejas manejadas por los apicultores no habían sido domesticadas en los primeros párrafos del libro sobre las abejas de su «Naturalis Historia». Asimismo, Charles Robert Darwin (1809-1882) concluyó en su obra titulada ‘Variation of animals and plants under domestication’ que eran precisamente las peculiaridades biológicas de las colonias de A. mellifera las que impedían este proceso de domesticación (Darwin, 1869). Por otra parte, Eva Crane (1912-2007), la mayor experta en apicultura del siglo XX, también aportó una definición clara de la apicultura, haciendo hincapié en el distanciamiento de los animales domesticados. De hecho, Eva Crane (Crane, 1980) define la apicultura como «el mantenimiento de colonias fuertes y sanas de abejas melíferas en colmenas diseñadas para la comodidad del operador, y la extracción de las colmenas (y posterior procesamiento) de los productos para los que se mantienen las colonias». Sin embargo, la comparación que propone entre la apicultura y la única otra actividad humana similar a ella es aún más extraordinaria: «El uso de las abejas como micromanipuladores para recolectar alimentos de las plantas tiene su paralelo más cercano en el uso de los cormoranes (con una línea en el cuello que les impide tragar) para capturar peces. El apicultor tiene la ventaja sobre el pescador de que las abejas convierten el néctar en miel, un alimento muy energético, antes de que él recoja su cosecha». Eva Crane se refiere a la tradicional «pesca ukai» con cormoranes, practicada en Japón.

Precisamente el hecho de que la abeja melífera no sea un animal domesticado y conserve su naturaleza salvaje mientras se gestiona, representa el punto de partida de este documento.

Darwin observó que las abejas melíferas también se comportan como organismos salvajes cuando se introducen en zonas alejadas de su área de procedencia original. Hoy en día, cuando hablamos de una especie silvestre y de su protección, es importante establecer si se trata de un organismo nativo o exótico. La abeja de la miel es nativa de la mayor parte de Europa, África, Oriente Medio, la mayor parte de la Península Arábiga y algunas partes de Asia Central (Ruttner, 1988). Ha colonizado esta extensa área, caracterizada por una variedad de climas y vegetación, durante miles de años, diversificándose a través de la selección natural en poblaciones bien caracterizadas que han sido identificadas como subespecies, distinguibles primero sobre una base morfológica y etológica, y más recientemente a través de estudios de biología molecular (De La Rúa et al., 2005; Meixner et al., 2013).

En biología animal y vegetal, la subespecie es una categoría taxonómica formada por una o varias poblaciones diferenciadas de otras de la misma especie por un conjunto de características diagnósticas hereditarias y originadas debido a la acción selectiva de diversos factores y al aislamiento geográfico. Sin embargo, al no existir barreras reproductivas entre las subespecies, si entran en contacto, las poblaciones pueden cruzarse y producir descendencia fértil. Por este motivo, en la naturaleza no se observan subespecies diferentes en la misma zona (O’Brien y Mayr, 1991). Es importante señalar que cuando no existe una barrera física infranqueable entre dos subespecies, éstas seguirán siendo distintas, pero en la zona de contacto podemos observar la presencia de una zona de consanguinidad más o menos definida. La mayoría de las subespecies de A. mellifera tienen zonas en contacto con una o más subespecies diferentes, pero también hay subespecies autóctonas en islas y, por lo tanto, no están sujetas a zonas de entrecruzamiento. Si diferentes subespecies se ven obligadas a convivir en la misma zona, debido a las actividades humanas, están inevitablemente destinadas a perder sus respectivas características genéticas y fenotípicas únicas (por ejemplo, A. m. siciliana y A. m. ligustica). Hasta la fecha, la comunidad científica internacional reconoce 31 subespecies de A. mellifera (Ruttner, 1988; Hepburn y Radlof, 1998; Engel, 1999; Sheppard y Meixner, 2003; Meixner et al., 2011; Chen et al., 2016).

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La protección de Apis mellifera.

Muchas organizaciones e instituciones trabajan para proteger a las abejas melíferas, y en Italia y Europa se han llevado a cabo y se siguen llevando a cabo muchas acciones concretas para sensibilizar a las administraciones políticas a todos los niveles.
Sin embargo, la mayoría de estas acciones están relacionadas con la apicultura y, por tanto, se basan más en la cría de animales que en un enfoque naturalista. Somos conscientes del valor de estas medidas de protección de las abejas y de sensibilización, pero con este documento queremos estimular a las administraciones públicas a todos los niveles para que pongan en marcha medidas destinadas a proteger a las abejas melíferas y a sus subespecies autóctonas, y garantizar así la salvaguardia concreta del medio ambiente y de la apicultura, como demuestra la extensa literatura científica.

Las futuras estrategias de protección deberían priorizar: (1) la creación de una base de datos nacional sobre el patrimonio de A. mellifera, de base morfométrica y genética, que se vinculará al Registro Nacional de Abejas Melíferas, como herramienta fundamental para la regulación y gestión del patrimonio, manejo y comercio de las abejas melíferas; (2) el impulso de la investigación apícola para apoyar estrategias de conservación adecuadas, fomentando estudios dirigidos a identificar y mejorar las líneas genéticas locales y a determinar el impacto de las especies invasoras (plantas, animales, parásitos y patógenos), integrando esta información para comprender el impacto potencial del cambio climático en la diversidad actual de las abejas; (3) la promoción de políticas dirigidas a minimizar la pérdida de hábitats y a hacer que los paisajes agrícolas sean «apícolas».

Por ello, queremos instar encarecidamente a todas las administraciones e instituciones públicas que puedan llevar a cabo actuaciones administrativas y legislativas en este contexto a que trabajen urgentemente en la preparación de nuevas y concretas medidas de protección de las subespecies autóctonas de A. mellifera.

Se trata, pues, de salvaguardar A. mellifera (con las subespecies autóctonas y los relativos ecotipos locales) como especie, no en oposición a la labor de selección realizada por los apicultores, sino en armonía con ésta y según los principios establecidos de conservación de la biodiversidad apícola y de los servicios ecosistémicos relacionados con ella.

Hacemos este llamamiento con la convicción de que, por lo que respecta a las dos subespecies endémicas italianas, la protección de A. m. ligustica en el conjunto de la península y en Cerdeña y la protección de A. m. siciliana en Sicilia, como parte de la fauna y el patrimonio natural, no sería un obstáculo para las empresas italianas que crían abejas reinas de estas subespecies. Más bien haría aún más fructífero el trabajo de los criadores, que al operar en una zona protegida podrían centrar su atención en líneas de selección orientadas a la productividad y la salud de las abejas utilizadas por los apicultores.

Artículo completo: Appeal for biodiversity protection of native honey bee subspecies of Apis mellifera in Italy (San Michele all’Adige declaration). Bulletin of Insectology 71 (2): 257-271, 2018. ISSN 1721-8861

Paolo FONTANA1,4, Cecilia COSTA2, Gennaro DI PRISCO3, Enrico RUZZIER4, Desiderato ANNOSCIA5, Andrea BATTISTI6, Gianfranco CAODURO4, Emanuele CARPANA2, Alberto CONTESSI4, Antonio DAL LAGO7, Raffaele DALL’OLIO8, Antonio DE CRISTOFARO9, Antonio FELICIOLI10, Ignazio FLORIS11, Luca FONTANESI12, Tiziano GARDI13, Marco LODESANI2, Valeria MALAGNINI1, Luigi MANIAS14, Aulo MANINO15, Gabriele MARZI4, Bruno MASSA16, Franco MUTINELLI17, Francesco NAZZI5, Francesco PENNACCHIO3, Marco PORPORATO15, Giovanni STOPPA4, Nicola TORMEN4, Marco VALENTINI4,18, Andrea SEGRÈ1,12

  1. Fondazione Edmund Mach, San Michele all’Adige, Trento, Italy

  2. CREA Research Centre for Agriculture and Environment, Italy

  3. Laboratory of Entomology “E. Tremblay”, Department of Agricultural Sciences, University of Napoli Federico II, Italy

  4. World Biodiversity Association onlus, Verona, Italy

  5. Department of Agricultural, Environmental and Animal Science, University of Udine, Italy

  6. Department of Agronomy, Food, Natural resources, Animals and Environment, University of Padova, Italy

  7. Museum of Nature and Archaeology in Vicenza, Italy

  8. BeeSources, Bologna, Italy

  9. Department of Agricultural, Environmental and Food Sciences, University of Molise, Italy

  10. Department of Veterinary Sciences, University of Pisa, Italy

  11. Department of Agricultural Sciences, University of Sassari, Italy

  12. Department of Agricultural and Food Sciences, University of Bologna, Italy

  13. Department of Agricultural, Food and Environmental Sciences, University of Perugia, Italy

  14. Apiaresos, Association of Beekeepers in Sardinia, Ales, Oristano, Italy

  15. Department of Agricultural, Forestry and Food Sciences, University of Torino, Italy

  16. Department of Agricultural, Food and Foresty Sciences, University of Palermo, Italy

  17. Istituto Zooprofilattico Sperimentale delle Venezie, Italian health authority and research organization for animal health and food safety, National Reference Centre for Beekeeping, Legnaro (Padova), Italy

  18. Bioapi, Cultural Centre for Natural and Organic Beekeeping in Sansepolcro, Arezzo, Italy

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