LAS RAZAS GANADERAS CANARIAS
Este número doble de Canarias Agraria y Pesquera analiza en profundidad la evolución, características y situación actual de las razas autóctonas de ganado caprino, ovino, bovino, porcino, así como de las razas propias de camello, burro, abeja o distintas variedades de perros.
Los ganaderos canarios han sido siempre ejemplo de sacrificio, dedicación y esfuerzo denodado por salir adelante en condiciones no siempre favorables. Pero además de eso, este sector puede presumir de haber sabido conservar una serie de razas que a día de hoy conforman un auténtico tesoro genético del que el Archipiélago Canario puede sentirse orgulloso.
Desde la llegada de las primeras especies ganaderas a las Islas, cabras, ovejas y cerdos que desembarcaron junto a los primeros pobladores humanos de esta tierra, hasta nuestros días, el proceso de evolución, adaptación e hibridación que han sufrido las distintas razas ha configurado un patrimonio genético único y de enorme valor.
El aislamiento geográfico del Archipiélago, su carácter como puente entre tres continentes y la variedad de pueblos y culturas que han dejado su legado en estas Islas han hecho posible que en la actualidad se pueda hablar de la existencia en Canarias de tres razas propias y diferenciadas de ganado caprino, tres de ovino, dos de bovino, una de porcino, además de razas únicas de abeja, camello, burro y diferentes variantes de perros.
El trabajo de las distintas administraciones y de varios pioneros, dignos del mayor de los reconocimientos, permitió que el trabajo para preservar, defender y promover las razas ganaderas canarias se activase en la década de los años ochenta del siglo pasado. Desde aquel momento, en el que muchos desconfi aban aún de los posibles resultados, la labor con las razas autóctonas ha ido creciendo y mejorando a pasos agigantados, consiguiendo la homologación ofi cial de varias razas y un espectacular avance en materia de investigación, especialmente en el sector caprino, donde Canarias se encuentra a la vanguardia mundial.
Como no podía ser de otro modo, aún queda mucho trabajo por delante y todavía hay varias razas en serio peligro de extinción a las que no se debe perder de vista. Especies como la Cabra de la Caldera o la Jaquita Canaria, perdidas para siempre, sirven como recuerdo de lo que no puede volver a suceder.
Aunque aún se debe mejorar en aspectos como la búsqueda de salidas comerciales a las producciones de estas razas para aumentar su rentabilidad, el compromiso de instituciones, ganaderos, investigadores y afi cionados parece fi rme para defender un tesoro que ha costado mucho reunir y cuya pérdida sería irreparable.