Apicultura: el Gobierno de Canarias mete la papa

El pasado 28 de mayo, el Gobierno de Canarias celebró con entusiasmo el Día Internacional de la Papa, (30 de mayo) destacando su valor gastronómico, histórico y cultural como símbolo de conexión entre América y Europa. En un acto institucional y mediático, se exaltó el papel de este tubérculo como “pilar de la gastronomía canaria” . Nada que objetar. La papa, llegada desde América y aclimatada con éxito en nuestras islas, merece sin duda su homenaje.

Sin embargo, el contraste resulta doloroso cuando, apenas unos días antes, el Día Mundial de las Abejas —que este 2025 alcanzó su VIII edición— volvió a pasar totalmente desapercibido en la agenda institucional del mismo Gobierno, a pesar de la insistencia histórica del sector  pidiendo un mayor compromiso con esta celebración. Mientras regiones europeas e incluso ministerios del Estado se sumaban a los actos, en Canarias se ignoraba por completo la ocasión, a pesar del profundo arraigo histórico de la apicultura en las islas y de su creciente peso ambiental y social.

Y es aquí donde, con un giro irónico y crítico, podemos decir que el Gobierno “metió la papa” con la apicultura.

Una juventud que sí apuesta por las abejas
Frente a la desatención institucional, la sociedad civil y el sector apícola han vuelto a dar la cara. Ejemplo de ello es Soraya Godoy, joven apicultora de La Aldea de San Nicolás, que representa el futuro de un oficio amenazado por la burocracia, el desinterés político y la presión ambiental. Su historia no es solo inspiradora, es también una llamada de atención: hay juventud comprometida con las abejas, pero sin apoyo público ver artículo completo.

El Día de las Abejas: un compromiso que nace desde abajo
Este año, el Día Mundial de las Abejas en Canarias se celebró con una campaña publicitaria propia lanzada por el sector, actividades divulgativas y mensajes de compromiso real con la biodiversidad y la soberanía alimentaria. Todo sin apoyo institucional. Porque, al parecer, las abejas no dan tantos votos como una papa frita.

Más allá de la ironía, lo preocupante es el mensaje que se envía: lo agrario importa si es mediático y sencillo, pero se ignora cuando es complejo, técnico y urgente. Y la apicultura lo es. No sólo produce miel. Garantiza polinización, protege la biodiversidad y vertebra el territorio rural.

Conclusión: no se trata de elegir entre papas o abejas.
Ambas son valiosas. Pero lo que no puede permitirse es que mientras se alza la papa en actos institucionales, la abeja siga volando sola.
Al sector apícola le sobran vocación y propuestas, pero le falta el respaldo institucional que sí reciben otros productos agrarios.
En esta ocasión, el Gobierno ha metido la papa donde debía poner la miel.

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