Éxito del Concurso de Mieles de G.C.

Gran Canaria lleva unas semanas celebrando acontecimientos que ponen una nota de alegría en los momentos difíciles del sector debidos a los problemas a los que se enfrenta, cambio climático, infectación por plagas, uso de fitosanitarios y fraude en el etiquetado entre otros.

Por ello es bueno celebrar el día del patrono, San Ambrosio festividad que se celebra el 7 de diciembre, la elección de Mariana González Mattaboni como presidenta de ApiGranca, pensamos que es la primera mujer en dirigir una organización apícola en Canarias y el fallo de nuestro concurso insular de mieles.

Este año el concurso celebra su XVI edición, lo que indica la fortaleza y prestigio que ha ido adquiriendo a través de los años, con un Cabildo Insular totalmente implicado en su convocatoria, a la que ha ido aumentando la dotación económica, con un panel de cata de muy alto nivel y de carácter regional, y la dedicación de Elizardo Monzón, con horas incansables en la organización excediendo su horario laboral y con mucha ilusión para sacar adelante todas y cada una de las 16 convocatorias.

Este año se han presentado 59 apicultores con 69 muestras, de las que finalmente 15 apicultores han recibido 18 premios y tres han recibido un reconocimiento a la calidad. De los 21 agraciados 8 corresponden al sector no profesional.

El Cabildo ha hecho una importante apuesta por el sector apícola insular, con apoyo económico a apicultores y asociaciones, programas de laminado de cera, escuela de Apicultura, la marca Gran Canaria Calidad o el programa de cría y recuperación de la abeja negra canaria. Está próxima la inauguración del edificio de la Escuela de Apicultura.

Todo este esfuerzo de la institución pública contribuye a a que la actividad apícola se mantenga en la isla, mejorando el nivel de las explotaciones, su higiene, sanidad  y canales de comercialización. Al mismo tiempo contribuye al importante papel que la apicultura juega en el medio ambiente a través de la polinización y también fijando la población rural al favorecer una actividad económica en el medio rural, aunque mayoritariamente sea un complemento en el nivel de renta familiar.

El Concurso Oficial de Mieles de Gran Canaria pretende llegar al público en general elevando el prestigio de nuestras mieles y con ello el precio que consigue el productor. Este tipo de eventos consigue un elevado nivel de «publicity» una palabreja que significa que se obtiene difusión gratuita del evento en muchos medios de comunicación social. El objetivo no es que alguien gane, que también, sino que el evento tenga una gran difusión para que sean beneficiados todos los apicultores de la isla.

Por todo ello el evento requiere una buena puesta en escena, y los apicultores deberíamos celebrarlo como nuestra fiesta. Así lo hacen en La Palma, el concurso palmero lo organiza la ADS Apicultores de La Palma, no tiene dotación económica para los ganadores y acaban todos celebrando un almuerzo.

Tenerife, por su parte, lo organiza a través de la Casa de la Miel, un organismo insular dependiente del cabildo que otorga premios diferenciados a mieles regionales y las propias de su denominación de origen protegida.

En Gran Canaria es muy popular, con participación de aficionados y profesionales, que en cada edición atrae a más participantes. Con los años ha ido modelando sus bases, asentándose en el gremio y buscando una mejora constante.

El éxito de este tipo de eventos puede quedar en entredicho si el ganador no puede poner en el mercado la miel que ha ganado el concurso. Este incidente puede producirse por dos vías distintas: si se otorgase el premio  a un apicultor aficionado con pocas colmenas, difícilmente podría poner en el mercado su escasa producción; por otra parte, si un apicultor profesional no saca la muestra de miel  para concurso de su decantador, sus clientes no comprarían una miel premiada. Vemos pues, que una dotación mayor en premios para apicultores profesionales debe a su vez ser garantizada por una producción mínima como ya se hace en Tenerife.

A medida que el concurso ha ido cumpliendo años, nuestros apicultores han aprendido a utilizar menos el ahumador y que las mieles no sean rechazadas por olor a humo, a filtrar mejor la miel, a presentarla en botes adecuados, en definitiva, la miel que llega al consumidor tiene más y mejores garantías, incluso con su análisis físico-químico y palinológico gratuito. Nos sigue faltando el etiquetado, pero estamos seguros que en pocos años será una exigencia más.

Por segundo año desde ApiGranca estamos volcados en el etiquetado de las  mieles de nuestros socios, subvencionando con fondos propios una parte de su diseño, con una apuesta decidida por la higiene y sanidad a través de nuestra ADSG y como no, por mejores canales de comercialización y difusión, participando en ferias y eventos cuanto nos es posible.

El panel de cata de este año ha puesto en valor la calidad de nuestras mieles, con monoflorales de barrilla, pitera, hortelanilla, relinchón o tajinaste, cualquiera pudo haber ganado. Felicitamos a todos los que de una u otra manera han participado en esta XVI edición, nuestra fiesta.

 

 

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